Allá se recorta, solemne,
el perfil de una montaña cubierta de nieve.
Aquí, muy cerca,
una pequeña laguna reposa
entre las sierras arboladas…
La brisa dibuja sus juegos en el agua y
las orillas, vestidas de flores y plantas,
muy verdes y de todos colores,
nos dicen lo que las palabras
no suelen expresar.
Y recordamos aquello de San Bernardo:
“en las selvas hallarás más que en los libros,
los troncos y las piedras te dirán
lo que no has oído de los maestros.”

Confía en la delicadeza de ese paisaje
que descubre y reconoce el corazón
en su ámbito.
Goza con el cantar de las aves y
con el murmullo del bosque.
Todo eso no está fuera, lo llevas tú…
Solo se requiere humildad y sencillez
para percibirlo.
Todo eso nos dice, una y otra vez,
que todavía hay cosas mayores…

¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?
Ni cómo, ni cuándo, ni dónde…
Sumérgete en el silencio, que Dios regala,
y reposa sin prisas.