Llamé a una puerta aguardando
que alguien me abriera y
me hiciera pasar más allá de ella…
Caminé junto a un río,
buscando una playa,
donde encontrar a no sé quién…
Trepé a esa montaña,
asomándome a sus cavernas…
Como los románticos
buscaba plantas y flores exóticas,
flores nuevas que nadie conociera.

No, no es allí, no es eso,
ni esto ni aquello…
El Absoluto no se identifica
con lo que sea, ni aquí, ni allí.
Si crees que diste con tu destino
al recibir no sé cuál diploma
o te empeñaste 
en esta o en aquella profesión:
te equivocas.
No hay en este mundo “nada”,
ni nada de nada,
que pueda en efecto ser nuestro fin.

Cuando te parezca alcanza
esto o aquello que sueñas,
di, muy fuerte en tu corazón,
“no es, no es, es preciso seguir más allá.”

No hay cumbres.
Más altas están las estrellas
y ellas mismas no pueden cerrar el cielo.
Y el cielo…
¿qué es el cielo?
El cielo se abre
para que vayas más allá…
¡Corazón, que en nada te conformas,
estás en lo cierto cuando insistes en buscar!
Porque “Aquello” es ¡tan cerca!
que nada ni nadie lo puede mostrar..