No permitas que las “informaciones”
hagan de tu peregrinación un “ir y venir” sin sentido.
No preguntes demasiado
ni consultes con exceso.
Tal vez cuando preguntamos demasiado,
las respuestas tan diversas,
acaben por provocar
el descarrilamiento que se quería evitar.
La “seguridad” nunca es completa
ni puede buscarse por sí misma,
vale la pena correr
un sano riesgo cuando nos ejercitamos,
con buena voluntad, en discernir.
No, no hallaremos en esas respuestas
satisfactorias que nos hagan “respirar”
satisfechos en los ámbitos menores
o en los pasos más exteriores…

Tampoco faltemos el respeto
formulando consejos “arrolladores”.
No nos disfracemos de sabihondos
capaces de opinar de cualquier cosa.
¡Tantas veces es preferible callar
o recibir con afecto del corazón
a quien quizá nos interrogue
sobre lo que no sabremos decir…

No olvidamos que el peregrino que somos
es un luchador que atraviesa
en medio de dificultades el mundo
que nos ha tocado vivir.