Escribe Crispino Valenciano

Me desesperan los crepúsculos
interminables, 
cuando los colores no se muestran
porque la luz no se decide.
Marko Ivan Rupnik
escribe al respecto
que no hay crepúsculo
que pueda devorar los colores.
Hay tanta luz
que la noche no puede engullirla.
Dice que los colores son testigos
de la luz y
la luz es la vida de los hombres.
Y afirma que el principio de la belleza 
está en la luz y en los colores.

Pero dice también que
la fuente de la luz está más allá;
aquí están los colores y
la experiencia de la luz es una fiesta.

Para decir a continuación
que la belleza,
en el corazón del universo,
es la divino-humanidad,
el Hijo de Dios que,
en el amor del Padre
une lo humano y lo divino,
la creado y lo increado y se pregunta:
¿No nos amasa el Espíritu Santo
de rojo y azul haciéndonos hijos en el Hijo?