Ve visto un tordo posado en lo alto de un arbolillo
que parecía indiferente a todos
los que pasábamos cerca de él.

La tarde se presenta muy agradable,
el sol con una luz melosa
invade las calles de la ciudad.

La primavera se ha asentado.
El cielo manifiesta un azul intenso
sin ninguna nube en el horizonte.
La carretera se ve invadida
por numerosos coches
que llevan a no pocas familias
a otros lugares,
buscando salir de la rutina diaria.

Campo o playa, a más de lugares
en los que los desfiles procesionales
de Semana Santa
llaman la atención por su vistosidad.

En la tienda a la que paso
a comprar tinta para la impresora
suena la música de una marcha
propia de estos días.

Cierto que tiene un no sé qué
que pinza mis adentros.

La luz de la primavera,
el olor a azahar e incienso,
los múltiples colores de los trajes
despiertan sentimientos
anclados en los recuerdos de la infancia.

Mi Autillo me recuerda que hay realidades
que apenas cambian con el tiempo.