A pesar de los tiempos en los que parece aconsejarnos que nos olvidemos del fin de las cosas, del fin de la persona, del horizonte al que debemos caminar, si nos asomamos al corazón podemos ver “nuestro camino”, que nos invita a hacerlo teniendo en cuenta los desafíos del mundo de hoy, para el que sólo importa el aquí y ahora, alejándonos de la verdad última del ser humano, descubriendo en nosotros mismos “el obrar de Dios y la verdadera historia” que él va haciendo en nosotros y que se inscribe en el silencio de la vida y del corazón.
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