Es tiempo de hacer nuestras
las jornadas que vivimos.

Si las horas que corren dan la impresión
de limitar nuestros pasos
de nuestro caminar diario
o dirigirlos en determinados sentidos,
el desafío al que nos llevan
es a seguir nuestro caminar diario,
a pesar de cualquier perturbación;
descubriendo en nosotros
la obra de la Gracia de Dios y
la historia verdadera y profunda
que se escribe en el silencio
de la vida del corazón.

No debemos sentir miedo.
Es tiempo de poner en juego
el valor y la perseverancia.