Terminado el quehacer otros demandan
salgo a pasear al campo.
El sol comienza a caer por detrás de la sierra.
El canto de un pajarillo me detiene.
Escucho embelesado y sin levantar la voz,
para no asustarlo, le pregunto por qué canta.
Canto porque estoy alegre,
porque mañana me despertaré al alba
sorprendido por la luz rosada
que envolverá el árbol en el que voy a dormir.
Canto porque estoy alegre, porque veo el sol,
porque las cosas hermosas
son mi pan de cada día,
y la belleza descansa en mi corazón.
¿Por qué no cantas tú, si la vida se te abre
como lirio enamorado de la luz.
Si dices conocer el amor,
¿por qué no dejas a tu corazón volar,
hasta perderse más allá de donde tu vista alcanza?
Yo canto porque siempre amanece y las flores
esperan mis trinos para regocijarse felices,
porque hay niños a los que alegrar y
mayores que necesitan olvidar sus agobios.
El rodar y reír de las aguas cristalinas del arrollo
son el pentagrama en donde cuelgo mis notas.
Deja que las golondrinas arranquen
las espinas de tu alma.
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