Sentado a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio. A ellos se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero él desapareció”
RESPUESTA A LA PALABRA
Abrir los ojos cuando se tiene secuestrado el corazón por el dolor y la desesperanza, es un milagro que solo puede venir de quien reverdece el amor lastimado y devuelve la vida abandonada.
Un desconocido a quien conocen, una mesa presidida por el pan de todos, un gesto inmortalizado en la noche del amor, es suficiente para recrear la vida de aquellos hombres que con la esperanza malherida regresan del pasado con el corazón necesitado de un presente sin ocaso.
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