Porque Dios no mandó a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por Él.
RESPUESTA A LA APALABRA
El mundo se juzga y se condena llevado por la necesidad que existe en sus leyes internas. No perdona. También el hombre, llevado por la lógica de su razón, juzga y condena para defenderse de sí mismo.
No así le sucede al Señor. Él viene a salvar al hombre de sus determinismos, sanando su naturaleza y dándole un corazón inteligente para que ame.
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