Del evangelio de san Lucas 14, 1-6

Un sábado, entró Jesús en casa de uno de los principales fariseos para comer, y ellos le estaban espiando. Se encontró delante un hombre enfermo de hidropesía y, dirigiéndose a los maestros de la Ley y fariseos, preguntó: «¿Es lícito curar los sábados, o no?» Ellos se quedaron callados. Jesús, tocando al enfermo, lo curó y lo despidió. Y a ellos les dijo: «Si a uno de vosotros se le cae al pozo el hijo o el buey, ¿no lo saca en seguida, aunque sea sábado?» Y se quedaron sin respuesta.

RESPUESTA A LA PALABRA

Las últimas palabras de san Lucas
no dejan de tener importancia en el día de hoy
para nosotros, porque ante muchas situaciones,
en todos los órdenes,
personales, sociales, políticos, religiosos…,
la respuesta es el silencio o el ataque
como defensa del criterio
o punto de vista que uno mismo sostiene.

¿En cuántas ocasiones,
para no dar la razón a quien la tiene,
se guarda silencio y se mira para otra parte?

Es frecuente que ante una determinada realidad,
para no comprometerse,
la actitud seguida es: “no sabe, no contesta”.
Lo que lleva a pensar
que la verdad no importa tanto como salvar
los propios intereses personales o de grupo.

Hoy, los medios de comunicación tratan de ganar adeptos
apelando a los sentimientos y prejuicios,
conformando una conciencia social sesgada,
desde las distintas ideologías que les sostienen.
Un mismo caso, que para unos es deleznable y
lo publicitan escandalosamente,
para otros no merece comentario alguno,
e incluso si lo hacen, es enredando la realidad
para que parezca lo contrario.

El corazón cuando se corrompe no difiere en el tiempo,
resulta ser lo mismo ayer que hoy.
Si los fariseos hubieran respondido a Jesús,
deberían haber admitido que lo que hizo era bueno y
por lo tanto, no tenían motivos para atacarle.
En esta ocasión prefieren callar antes de darle la razón,
en otras, ya veremos, se defenderán atacando insidiosamente.