Del evangelio de san Marcos 6,7-13
En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. Y añadió: “Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.” Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
RESPUESTA A LA PALABRA
Lucas no nos dice que los amigos de Jesús se pusieron en camino por su cuenta, porque les gustaba y les realizaba hacer algo por los demás y hablar de alguien a quien conocían.
Lucas escribe que fue Jesús quien los convocó, los “hizo Doce”, los constituyó y los envió, dándoles las claves de lo que tenían que hacer y cómo lo debían de llevar a cabo.
No viene bien que pensemos por un momento en las palabras de Jesús, cuando muchos responsables de la evangelización se preguntan: ¿“como debemos presentar a la gente de hoy un mensaje atractivo, para que resulte eficaz”?.
Dos cosas se me ocurren al contemplar esta lectura:
Me parece que no es cosa de marketing, ni la solución está en las últimas tecnologías. Con muchos medios y sin la presencia del Señor, que envía y acompaña, no podemos hacer otra cosa que ruido.
Ah, otra cosa, el Señor adelanta que no todos recibirán positivamente el mensaje anunciado, por ello no debemos echar cálculos sobre el resultado de la misión.
La fe no es el asentimiento a unas palabras que me gustan y responden a la cosmovisión en la que me muevo. La fe no dejará nunca de ser una respuesta personal a una llamada del Señor, que compromete de lleno la vida de quien la acoge.
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