Los nenúfares ya florecidos
se abren decididos
como queriendo escapar
de las aguas verdosas
del estanque.

En su color percibo
lo que mi corazón desea
y en su movimiento pausado
recuerdo
lo que el hermano Andrés
me dijera un día
en el que llegue al monasterio
agobiado más  que otras veces:
“-no pierdas tus días
tratando de conseguir lo imposible.

En la tierra no hay lugar alguno
a donde puedas huir
dejando atrás tus preocupaciones
cuando éstas
ya han hecho nido en tu corazón.

Del nenúfar no ves
las raíces alejadas
que lo sustentan
tú puedes ver
la raigambre de vida
oculta en tu corazón

Las raíces  del nenúfar se alejan.
Las nuestras son inseparables