No basta con estrujar la uva en el lagar
de los días y de las horas
para que nos dé lo más preciado de sí.
El espíritu que la habita y que alegra…
Necesita descender al vientre de la tinaja
y en silenciosa oscuridad
fermentar y morir a lo que era
liberando al fin su alma encadenada
al dulzor efímero del mosto.
Vida, maceración, fermentación
muerte, vida-nueva, alegría de sí
y para los demás.
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