La historia, cualquier historia,
que nos desborda,
da significado a lo que vivimos y
nos abre a una certera esperanza
porque la vida es imperecedera

Es una pena que los cristianos
hayamos olvidado de donde venimos y a donde vamos.
No recordemos nuestro principio,
ni el fin al que estamos abocados.

No somos seres casuales que aparecen y desaparecen
como las hojas de un árbol en medio de un páramo.
Somos fruto de una voluntad libre
que misteriosamente nos ama y
nos propone caminar amando.
No somos simplemente algo,.
Nuestro ser es el de alguien
llamados por otros
en los el que el amor es el único camino
para llegar a  buen puerto.

Si miramos a las Escrituras Santas
tenemos la clave para entenderlo.
Dice Dios en plural
“Hagamos al hombre” y
contemplando el futuro que está llamando  a la puerta,
lo hizo a su imagen y semejante a Cristo.
Y le encomendó terminar su obra creadora.
Lo dotó de libertadad y l
e hizo partícipe de su amor gratuito
sin el cual   seríamos un animal más
entre todos los existentes.