Hoy ha soplado el viento muy fuerte y
he tenido el deseo de estar fuera
para percibir yo también, como árbol añoso,
el desprendimiento de todo lo envejecido
que mi cuerpo soporta
para que la savia renovada de mi sangre
se asemeje a la savia de los olmos
que ya corre por sus vasos
adelantándose a la primavera.
Es mi deseo hacerme uno con la naturaleza.
Dejarme comunicar los entresijos
de su andadura
de la que participo
aún sin tener conciencia de ello.
Salgo a caminar para empaparme de ella y
que mi vida, en el hacer diario
no se desnaturalice.
En esos momentos en los que la vida
se difumina, en lo que es convencional,
es preciso huir a sin importante
el parecer de los demás,
a ese lugar donde sabemos
que la naturaleza
no ha sido intervenida y maleada
El otoño se convierte en don
cuando hacemos de él
un tiempo para soñar,
en el que igual cae una tormenta,
que las crisálidas se desojan
de sus viejos vestidos y
empiezan a volar y
nosotros abandonamos
nuestros miedos
que nos empiezan a sobrar
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