Del profeta Isaías 30,19-21
Porque la mano del Señor se posará sobre esta montaña.
RESPUESTA A LA PALABRA
Cuando el Señor vende muestras heridas
y cure nuestro corazón maltrecho,
nuestra luz será su luz resucitada y resucitadora.
Nuestras lágrimas tendrán
el color de la alegría,
respuesta graciosa a la voz de los gemidos
con la que nos dirigimos a Él.
Por el dolor de nuestras nadas absurdas.
Dios de amor. Maestro de vida,
ven a enseñarte y a enseñarnos.
No queremos cosas que superen
nuestra necesidad.
Si tenemos lo necesario
¿para qué querer más?
Pero a Ti te necesitamos
siempre.
Tu amor nunca nos será suficiente.
Mientras no te tengamos a Ti mismo,
la insatisfacción rascará nuestros adentros y
la sociedad adolecerá del mínimo vital
para que pueda ser hogar de todos.
Necesitamos írr tu palabra,
conocer tu camino para pisar roca firme y
alejarnos del fango
en el que chapoteamos,
de las arenas movedizas
de este tiempo que pasa y
que nos consume,
sin ofrecernos otra cosa que vivir
consumiendo mientras tanto.
Dios Santo, que vives entre nosotros,
que tu lluvia atempere
nuestras conciencias y
siembra en ellas semillas de bondad.,
semillas de verdad,
semillas de justicia y de paz,
semillas de fraternidad.
Arranca de ellas las raíces
amargas del pecado
para que no rebroten de nuevo
las plantas del engaño
que fructifican en desamor y en odio,
en injusticia y muerte gratuita,
en guerra que desgarra
la pequeña fraternidad nacida
entre los hombres de buena voluntad.
Dios de Israel, Dios de Jesús, Dios nuestro,
ven a visitar a tu Pueblo, que brille tu rostro y nos salve.
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