9,  ¡Bendita esperanza!

 

Decir de Isaías a un pueblo constreñido
que espera ser liberado
de las consecuencias de un mundo cerrado
sobre sí mismo
que confina al hombre al aquí y ahora
limitando su capacidad de amar,
su deseo de una vida mayor.

Aquel día se dirá:
Por fin, el velo que nos impedía ver
ha sido arrancado,
el paño que nos ocultaba a la vista de los demás
ha desaparecido.

¡Bendita esperanza!
Que nos sostiene y anima
hasta alcanzar al Amor de todo amor.

Al fin vemos quienes somos,
percibimos el horizonte despejado
y, en él, el para qué de nuestras vidas,
porque nuestro Señor
no sólo cura nuestras múltiples heridas y
nos consuela de nuestros pasos errados,
sino que aniquila el origen del sin vivir
que nos arrastra a la muerte.

Bien está que lo celebremos,
más aún cuando es Él quien nos invita
cuando es Él quien se nos da en comida.

Bendito sea nuestro Dios que es dándose.