Caíste sobre mí como lluvia fina, que sin darse por enterada
todo lo empapa.
Llenaste mi vida de caricias tiernas, de sonrisas sinceras, de silencios compartidos, de amar sin ser correspondido,
Sin esperar nada a cambio,
caíste sobre mí como orvallo otoñal,
como lluvia fina
envolviste mi espera .
Llenaste mi corazón de caricias,
de sonrisas sinceras y
de silencios compartidos.
Tu presencia colmó mi existencia.
Cálidas mis manos,
calidos mis brazos,
cálidos mis ojos
que en los tuyos descansan.
Tus manos de terciopelo
dibujan pájaros que escapan del papel y
buscan refugio en los rosales
en los que los capullos
están a punto de abrir, y
los jilgueros ya han anidado,
con una invisible batuta
dirijo donde deben colgar sus nidos
para que no se molesten
una vez nacidos los guacharros.
Esas manos cálidas
que ponen alas a los gorriones
colorean el dibujo de un otoño
de encuentros y despedidas,
de un otoño lleno de de amor.
Los árboles lloran la despedidas de sus hojas.
Tú lloras por la noche la despedida
de quien fuera remo y quilla de tu barca
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