El camino de cada cual es único.
Lo hará en compañía de otros,
pero nadie puede eludir
la responsabilidad, de ser él mismo
quien debe llevarlo a cabo.
Y, a pesar de que de alguna manera
ya está trazado,
depende de su libertad.
Nadie puede hacerlo por nosotros,
de manera que podemos decir
que es único e intransferible.
Sería buenos aprender desde niños
a no complicar las cosas.
El acceso a él, suele ser simple y
deberíamos asumirlo sin prejuicios.
Quizá la mayor dificultad,
que podamos encontrar,
consista en esta simplicidad
que señalamos.
Puede que, por complicarlo,
muchos se extravíen
en consideraciones sin fin,
alejándose o pasando de largo
sin advertirlo.
Las vacilaciones no nos conducen
a ninguna parte.
Sólo precisamos liberarnos de cuanto
se opone en nuestro camino
por alcanzar el fin
al que estamos llamados.
Un Cartujo insistía en que
los consejos sobran la mayoría
de las veces,
así como los libros;
siendo de capital importancia
lo que nos sugiere Dios en el corazón.
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