En aquel tiempo, se acercó a Jesús la madre de los Zebedeos con sus hijos y se postró para hacerle una petición. Él le preguntó: -¿«Qué deseas?» Ella contestó: -«Ordena que estos dos hijos míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y el otro a tu izquierda.» Pero Jesús replicó: -«No sabéis lo que pedís. ¿Sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber? » Contestaron: -«Lo somos.» Él les dijo: -«Mi cáliz lo beberéis; pero el puesto a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mi concederlo, es para aquellos para quienes lo tiene reservado mi Padre.» Los otros diez, que lo hablan oído, se indignaron contra los dos hermanos. Pero Jesús, reuniéndolos, les dijo: -«Sabéis que los jefes de los pueblos los tiranizan y que los grandes los oprimen. No será así entre vosotros: el que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.»
RESPUESTA A LA PALABRA
Desde que el “Malo” sedujo al hombre en la “Creación primera” y lo arrancó del amor obediente de Dios, el hombre ha tratado de imponerse al hombre, buscando el poder como arma de dominio.
El misterio del mal, transfundido al corazón del hombre por el Diablo, le impone la carga de ser el primero para no tener que servir a nadie, sirviéndose para ello de todo lo que se pone a su alcance.
Jesús ha venido a recrear al hombre. Dios, haciéndose hombre, le enseña y le invita a seguir otro camino que el del instinto de conservación y dominio.
“Los jefes de los pueblos, aún aquellos que dicen estar al servicio de ellos, sufren la tentación de utilizarlos para conseguir sus propios fines. Los grandes mantienen su grandeza a costa de los pequeños”.
El que quiera ser grande, según la medida de Dios, ya lo sabe. Debe invertir el criterio valorativo del estatus social políticamente correcto del hombre de todos los tiempos.
Dice el Señor:
“El que quiera ser grande entre vosotros, que sea vuestro servidor, y el que quiera ser primero entre vosotros, que sea vuestro esclavo. Igual que el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos.”
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