Del evangelio de san Lucas 10.2

Y les decía: “La mies es mucha y los obreros poco; rogad, pues al dueño de la mies que mande obreros a su mies. ¡Poneos en camino!

 

RESPUESTA A LA PALABRA

La mirada de Jesús a los hombres siempre es de amor.

Cuando contempla la historia, no lo hace como sociólogo
o cualquier estudioso del hombre y de la sociedad.
A Él le interesa la persona concreta
que vive en un tiempo, en un lugar,
en una realidad determinada,
y le duele si carece de lo esencial
para alcanzar el todo de su humanidad.

Jesús, cuando ve que los hombres no hacemos nada
para que a todos alcance esa bondad del corazón,
esa verdad esencial que hermosea la vida y abre al amor,
nos propone que pidamos al Padre de todos
que suscite la inquietud en los hombres y mujeres
de cada generación,
para que, libres de ataduras, trabajen para ello
en el nombre de Jesús.

Pero no acaba ahí la solicitud de Jesús.
También dice claramente:

“Poneos en camino”.

Y es lógico, porque quienes piden el don
deben estar dispuestos a colaborar para que ese don sea posible.

Señor, en nuestro tiempo, es tanta la mies
que se pierde en los campos donde nace,
y las obreros son tan pocos y limitados,
que no llegan más allá de las parcelas por ellos cultivadas.

Señor, Jesús, tu lo sabes todo,
sabes de nuestras carencias y necesidades,
sabes de nuestro deseo y disposición,
ilumina nuestro corazón y así sabremos qué hacer,
para que las llamadas
que el Padre hace en este momento,
puedan ser escuchadas y acogidas con prontitud y alegría.