Del evangelio de san Juan 16,12-15

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues lo que hable no será suyo: hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de mí lo que os irá comunicando. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que toma de lo mío y os lo anunciará.”

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Jesús es la Verdad desconocida
para quien vive instalado en su corto raciocinio.

El camino que abre al hombre a la verdad
pasa por salir de sí mismo,
abandonar la angostura de su lógica aprendida y
aceptar el misterio que se encierra en sus adentros,
que le fue dado el día en el que fue llamado a la existencia.

El magisterio de Jesús conduce a los discípulos
al conocimiento de la realidad más allá de la apariencia.
Su enseñanza no es teórica, sino existencial.
Su presencia ya es reveladora de otra presencia.
En su estar está presente el Padre,
en su hacer actúa también el Padre,
sin dejar de estar presente el Espíritu Santo.

Pero esta verdad supera nuestra capacidad.
Entre la palabra de luz que nace de Jesús y
nuestra conciencia deseosa de conocer,
se interponen las sombras,
la anti-luz procedente de la conquista
del corazón del hombre por el “Padre de la Mentira”.

Jesús, Luz del mundo, no se impone violentamente.
Se ofrece y se da.
Quien lo acoge deja de caminar en tinieblas y,
sin embargo, no por ello deja de experimentar
la fuerza destructora de la noche
en la que parecen disolverse todas sus certezas.

El texto de san Juan da pie a pensar
en la gran humildad de Jesús.

Él ha comunicado todo a sus amigos y
éstos no son capaces de entender lo que les dice,
a pesar de que sus palabras
han sido acompañadas por los hechos y, sobre todo,
han estado siempre enmarcadas en el amor.    

Jesús sabe cuál es la condición humana y cuales sus límites.
No violenta la naturaleza corta de nadie.
Hace suya la pedagogía progresiva del Padre y
deja que el siguiente paso hacia la verdad plena
lo demos bajo el influjo del Espíritu Santo.

Las palabras del Señor caen sobre nosotros como bálsamo de espera.

 “Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena.