Del evangelio de san Mateo 14,32
Pedro, viendo que se hundía, gritó: “Señor, sálvame”.
Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo: “¡Qué poca fe! ¿Por qué has dudado?”
Oración
Señor, también nosotros creemos y dudamos.
Sabemos que tu eres el Señor, el Hijo de Dios,
sin embargo nuestra confianza
en ciertos momentos es muy débil,
sobre todo cuando nos sentimos solos
y no percibimos tu presencia.
Como Pedro pedimos ir a ti
y caminamos confiados
mientras las dificultades no aparecen.
Cuando estas sobrevienen el temor nos agarra
y, en medio del desánimo,
aparecen las preguntas:
¿Dónde estás ?
¿Por qué no experimentamos tu presencia?
¿Por qué nos dejas en esta situación
cuando más te necesitamos?
Olvidamos, Señor,
que tú estás siempre en todos los avatares de nuestra vida;
que tu mano nos sujeta imperceptiblemente
aunque la nuestra no acierte a agarrar la tuya.
Señor, Jesús,
que en nuestro caminar diario,
te veamos o no,
creamos que tu nos acompañas
y que por ningún motivo nos dejas solos.
Que cuando arrecie la dificultad
nos atrevamos a gritar como Pedro:
¡Señor, sálvanos¡
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