Del evangelio de san Mateo 18,19
Jesús le dijo:
“Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia…; lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”
Oración
Sorprende, Señor,
hasta que punto llega la responsabilidad
de quienes comparten tu vida y tu misión.
Es cierto que nadie sustituye a Jesús en su misión,
pero si participan en ella
lo hacen hasta las últimas consecuencias.
Siendo Él el que salva,
ha querido hacerlo con nosotros.
En su amor, nos ha llamado,
nos ha elevado a la categoría de amigos
y ha depositado sobre nuestras débiles espaldas
todo su amor salvífico,
para que lo hagamos llegar a todos.
Señor, eres sorprendente y sorpresivo.
Cuando tu amor se derrama es imposible ponerle límites.
Tú, llamaste a Pedro
un día cualquiera que faenaba en el lago
y él te siguió seducido por tu amor.
Ahora de pronto se encuentra enriquecido
con un don inesperado:
por tu gracia, Señor,
será cimiento y referencia para toda tu Iglesia.
Él, el pescador de Galilea,
sin mas pretensiones que ser tu amigo
se encuentra con la misión de confirmar a sus hermanos en la fe
y conducir a buen puerto la nave de la Iglesia.
No pudo pensar Pedro,
hombre frágil como era,
que el amor de su amigo llegara hasta confiarle
el don de la reconciliación,
la capacidad de discernimiento para atar y desatar,
para mantener la unidad entre los hermanos dispersos.
Señor, por tu gran misericordia
cuida a los pastores de tu Iglesia.
Concédeles un corazón semejante al tuyo,
ante al tuyo,
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