Del profeta Isaías 35,1-10

En tiempo de penurias 
la voz esperanzadora 
del profeta 
se eleva 
sobre toda situación 
calamitosa e 
invita a otear 
el nuevo tiempo 
que llega empujado 
por la misericordia 
de un Dios 
que no deja de amar 
a quienes 
han salido 
de sus manos 
por alejados que estén. 

Palabras de consuelo 
iluminadoras 
para quienes 
no han conocido 
la belleza de una vida 
acompasada por el amor. 

Palabras provocadoras 
de deseos 
amortiguados 
por el desaliento y 
el miedo a la realidad 
de cada día. 

Grita Isaías: 
Mirad a Dios que viene y 
trae el desquite. 
Viene en persona 
os resarcirá y os salvará. 

Imaginaos
la nueva situación
la realidad que trae
vuestro Dios. 

Gozad con ella
porque
volverá la luz
a los ojos
de quienes
no saben de colores.
Los que no escucharon
el canto de los pájaros y
la palabra amorosa
de sus padres
se estremecerán
al oírlos. 

La algarabía
de los mudos
se elevará hasta el cielo y
aquellos postrados
que como cosas
necesitan que alguien
los cambie de lugar
podrán ir a donde quieran. 

Aguas vivas
lavarán los sentimientos
de todos
diluyendo el odio y
la ambición
haciendo germinar
la generosidad y
la paz
que sembrara
en el Día primero. 

Los caminos tortuosos
que insensatamente
construimos
se convertirán
en vías sagradas
en los que las bestias y
alimañas
no podrán circular por ellas. 

Sí 
mirad a vuestro Dios. 
Sed fuertes en la debilidad 
que vuestro corazón 
se afiance en la espera y 
no temáis.