Del evangelio de san Mateo 18, 1-5

En aquel momento, se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: «¿Quién es el más importante en el reino de los cielos?» Él llamó a un niño, lo puso en medio y dijo: «Os aseguro que, si no volvéis a ser como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Por tanto, el que se haga pequeño como este niño, ése es el más grande en el reino de los cielos. El que acoge a un niño como éste en mi nombre me acoge a mí. Cuidado con despreciar a uno de estos pequeños, porque os digo que sus ángeles están viendo siempre en el cielo el rostro de mi Padre celestial.

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Nunca, como en nuestro tiempo,
han ocupado las portadas de revistas y periódicos
aquéllos que nuestro mundo llama importantes.
Hace falta hacer poco y menos aún ser alguien,
en quienes los valores de la honradez y
demás virtudes humanas
sean sus señas de identidad,
para presentarse como iconos de nuestra cultura

El poder , la seducción del dinero y de la carne
son suficientes para considerar a una persona importante.

¿Pero quién es importante de verdad?.
Jesús, que tiene la costumbre de invertir
los criterios de valoración que el hombre utiliza,
viene y nos dice que el niño es el modelo a tener en cuenta.

El niño, no como sinónimo de infantilismo,
-en esto coinciden, en la realidad,
muchos de los que se creen importantes-,
sino como persona abierta a todo lo nuevo,
que experimenta la necesidad de los demás
para desarrollarse en plenitud y
vive la provisionalidad sin instalarse en ella.

Ahora bien, este hacerse como un niño no es nada fácil,
dominados como estamos por el orgullo y la vanidad.
Mientras que el corazón del hombre
no entre en un proceso
en el que la humildad le devuelva a la realidad.
se sentirá incapaz de ello.

Alguien con quien comentaba este pasaje,
en un momento determinado me dijo:
Si Jesús me pide que vuelva a ser como un niño,
y no que retorne a mi condición infantil,
¿cómo puedo llegar a ello?

Jesús se encarga de decirnos con su vida
hacia dónde debemos mirar.
Si no se trata de “regresar”
a un estado superado,
entonces es que nos está hablando
de dar un paso más en nuestra vida.
Nos pide que avancemos, y
para ello necesitamos “convertir el corazón”.

Visto lo visto, en mi “hoja de ruta”
debo anotar términos como humildad,
confianza en los demás,
no encerrarme en mis intereses,
disponibilidad indiscriminada,
no hacer cálculos egoístas,
aprender a olvidar,
experimentar alegría con lo sencillo,
desechar todo atisbo de tristeza… 

En realidad me pide que no me niegue
en ningún momento a crecer
en la verdad de mí mismo,
en el bien de todos y
en la belleza que me acompaña
desde el día en el que abrí los ojos
en este mundo.