Del evangelio de san Mateo 18, 21-ss
En aquel tiempo, se adelantó Pedro y preguntó a Jesús: “Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces le tengo que perdonar? ¿Hasta siete veces?” Jesús le contesta: “No te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete”
RESPUETA A LA PALABRA
Preguntas como: ¿Qué debo hacer ante esta situación?.
¿Hasta dónde me está permitido llegar?.
¿Cómo debo responder?.
Seguimos el rastro de la reflexión de ayer.
No se trata solo de corregir.
Para el cristiano la primera y última respuesta a la ofensa
es el perdón.
Pero también aquí surge la pregunta
de hasta cuándo y cuántas veces.
En el ley judía, prácticamente todo lo concerniente
a las relaciones de unos con otros
y de todos con Dios, estaban tipificadas.
Bastaba mirar la ley para saber qué estaba establecido hacer,
por ello Pedro pregunta a Jesús su parecer
sobre algo que ya estaba escrito.
¿Seguimos la ley según nos han enseñado
o Tú tienes que decirnos algo nuevo al respecto?.
La pregunta recae sobre algo tan vital
como la respuesta al agravio ajeno
con el que se cuestiona la relación existente.
¿Siete veces?
Es decir, ¿todas las que sean necesarias y
me sean pedidas de verdad?.
La respuesta de Jesús puede desconcertar,
pero no puede ser otra si todo lo que dice
“lo ha oído al Padre”.
Dios, que es amor,
misericordia entrañable,
no tiene medida,
sus límites no son los propios del hombre.
Si la respuesta viene de Dios el perdón será,
no cuantas veces sea necesario,
sino siempre.
El cristiano tiene que estar siempre
dispuesto a perdonar al hermano
como él es perdonado por el Padre.
Cuando la ley del Amor es la que rige
las relaciones humanas,
porque aceptamos vivir en el Amor de Dios,
no podemos olvidar en ningún momento,
a pesar de nuestra fragilidad,
las palabras de Jesús: “Sed perfectos”,
o lo que es lo mismo: “sed santos,
como mi Padre lo es”
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