“Jesús estaba orando en cierto lugar. Cuando acabó uno de sus discípulos le dijo: “Señor enséñanos a orar”.
RESPUESTA A LA PALABRA
Los maestros tienen la obligación de comunicar sus conocimientos a los discípulos encomendados a ellos. Pero Jesús es más que un maestro, por eso sus discípulos, - que eran judíos piadosos y debían saber tantas oraciones como Él, conocerían las Escrituras Santas y las Tradiciones de sus mayores, algunos habían sido discípulos de Juan el bautista, le piden a Jesús no un sistema o camino para orar, sino su experiencia, le piden que los asocie a su oración, que los introduzca en el misterio de su relación con el Padre.
Por eso, qué distinto es recitar oraciones aprendidas o seguir métodos psico-físicos para llegar al silencio interior, que la oración cristiana.
La oración cristiana es la oración de Jesús, la oración que nace del diálogo con el Padre y lleva a descubrir y aceptar con gozo su voluntad, para sí y para el mundo.
La oración cristiana es la oración que suscita en nosotros el Espíritu Santo y que nos hace semejantes a Jesucristo, el gran orante, despertando en nuestro corazón todas las energías del amor, capaces de ver el mundo con la mirada del Padre.
Gracias Señor, porque nos has revelado tu intimidad, tu vivir con el Padre. Haz que aprendamos ese diálogo tuyo con el Él hasta convertirlo en experiencia personal y así sintamos la felicidad de ser hijos y partícipes, con todos los demás, del amor que ya tu Espíritu ha derramado en nuestros corazones.
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