Jesús les dijo: “Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?”
RESPUESTA A LA PALABRA
Tus palabras, Señor, parecen dichas en nuestros días. Muchos dicen no creer, otros, aunque no lo digan, viven como si no existieses, nosotros, que te confesamos “nuestro Dios y Señor”, a veces nos sentimos perdidos y tentados, unos desconcertados, otros temerosos.
Cuando el hombre se constituye como centro de todo, se piensa que no tiene más principio que el que él pone y no parece moderno creer que eres el Hijo de Dios, que has venido a nosotros por amor y has entregado tu vida para salvarnos, para arrancarnos de la muerte y abrirnos a la vida eterna.
Sin embargo, Tú sigue invitándonos a vivir tu experiencia de entrega, hasta perder para que los demás ganen.
No parece moderno creer en ti, sobre todo cuando las actitudes que nacen del asentimiento de la fe hacen de la vida lugar de encuentro y entrega.
Cuando el amor se llama ofrenda y sacrificio levanta ampollas y resulta mejor dejarlo, cumpliéndose así lo que dice el refrán: “Quien no vive como piensa, termina pensando como vive”.
Señor, Tu viviste el rechazo y el abandono antes de tu muerte y resurrección, comprobando que nacía de un posicionamiento concreto ante la verdad. Líbranos de caer en la tentación de acomodarnos a los criterios de este mundo que devalúa la verdad y disuelve las certezas de nuestra fe. “Señor, creemos, pero aumenta nuestra fe”
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