Del libro de Samuel (7,14-16)

 -«Ve y dile a mi siervo David:

 “Esto dice el Señor: ¿Eres tú quien me va a construir una casa para que habite en ella? Yo te saqué de los apriscos, de andar tras las ovejas, para que fueras jefe de mi pueblo Israel. Yo estaré contigo en todas tus empresas, acabaré con tus enemigos, te haré famoso como a los más famosos de la tierra. 

 Daré un puesto a Israel, mi pueblo: lo plantaré para que viva en él sin sobresaltos, y en adelante no permitiré que los malvados lo aflijan como antes, cuando nombré jueces para gobernar a mi pueblo Israel. Te pondré en paz con todos tus enemigos, y, además, el Señor te comunica que te dará una dinastía. Y cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de ti la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré tu realeza. Yo seré para él padre, y él será para mi hijo. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi presencia; tu trono permanecerá por siempre.”»  

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Palabra del Señor a su siervo David.
Pequeño pastor, convertido en gran rey
por pura benevolencia de Dios.

Pecador y creyente,
llamado a perpetuar la promesa
hecha a Abrahán, Isaac y Jacob.

Dice el Señor:
Cuando buscaba un corazón semejante al mío
te encontré a ti en medio del aprisco
apacentando ovejas.
En mi designio de amor te contemple
como pastor de mi Pueblo,
como tronco llamado a dar vida al vástago
de mis entrañas.

Por mi amor que no te abandonaré jamás.

De tu casa saldrá el Mesías-Pastor
que salvará a mi Pueblo,
de tus entrañas nacerá el esperado de los siglos.
Tu estirpe durará por siempre.

Mi Hijo llevará tu sangre
y tú, en prenda,  recibirás mi amor.
Pequeño David, pastor de ovejas,
ungido rey, constituido en padre,
tu estrella no dejará de alumbrar hasta que la Luz
se haga verdad
y alcance a toda la humanidad.