Del libro de Samuel (1,24-28)

En aquellos días, cuando Ana hubo destetado a Samuel, subió con él al templo del Señor, de Siló, llevando un novillo de tres años, una fanega de harina y un odre de vino. El niño era aun muy pequeño.

Cuando mataron el novillo, Ana presentó el niño a Elí, diciendo:  «Señor, por tu vida, yo soy la mujer que estuvo aquí junto a ti, rezando al Señor. Este niño es lo que yo pedía; el Señor me ha concedido mi petición. Por eso se lo cedo al Señor de por vida, para que sea suyo.» Después se postraron ante el Señor.

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Don de Dios a madre estéril,
don para el pueblo necesitado de esperanza
en un tiempo en el que el silencio de Dios abruma
y la palabra vacía de quienes hablan al pueblo
trastornan la razón de los sencillos.

Ana, mujer hundida por estéril,
eres levantada por amor.

Dadora de la gracia recibida,
Samuel, señal de Dios para el pueblo,
anticipo del que es Todo en todos.

Don que se regala en acción de gracias,
reconocido en la acogida
de Aquel que se revela dándose.