De Isaías 29,17-24

A los que vivimos
en el exilio
oteando en la noche
la luz sin ocaso
deseosos de tocar
la paz prometida
nos llega el momento
de soltar las cuerdas
que nos retienen y
gritar alegres:

Por fin tenemos
una ciudad estable,
en cuya plaza se levanta
la fuente de la justicia
dispuesta a saciar
la sed de todo
el que beba de ella.

Ciudad eterna
sabia
fuerte y
tierna
como
el mismo Dios
escondida hasta hoy y
abierta para todos
los que buscan
más allá
de sí mismos

La sabiduría
la penetra
la justicia
la llena y
el amor
recorre sus calles
inundando la vida
de quienes se dejan
alcanzar por él.

Abramos
las puertas
antes de que llegue
el alba.

Que en los caminos y
trochas
del mundo
se diga
sin temor alguno:
Confiad y volved
nuestro Dios
ha doblegado
a los fuertes,
ha expulsado
al soberbio y
a los humildes
le ha preparado
la mesa.