Lunes de la octava de Pascua

Del evangelio de san Marcos 28,8-9

Las mujeres se marcharon a toda prisa del sepulcro; impresionadas y llenas de alegría, corrieron a anunciarlo a los discípulos. De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo: “Alegraos”

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Tocadas por la vida renacida del sepulcro,
las mujeres se llenan de alegría.
Sus vidas se renuevan,
sus lutos ya son historia,
su caminar se acelera.
Un estribillo canta en su corazón:
“No busquéis entre los muertos a la Vida”. 

¿Qué hacer ya en la tumba si allí no queda
sino el recuerdo del amor proclamado
tres días antes en la Cruz?
No queda sino volver a los hermanos donde
él acudirá al reclamo de la amistad. 

Sorpresa.
Su alegría revienta en el camino
porque el encuentro inesperado del Amigo
les arrancará las últimas gotas de nostalgia
que pudieran albergar sus corazones.

“Amigas mías, mis amigas queridas, alegraos”…