Del libro primer libro de Samuel 1, 24-28
Ana esposa de Alcaná y
madre de Samuel
sin saberlo
estabas anticipando
los tiempos
hasta que otra mujer
María
llevara a plenitud
el gesto de entregar
el fruto de sus entrañas
a su único Señor.
Maravilla de generosidad
que no se apropia
el don inmerecido.
Amor abierto
que dispone las cosas
en su sitio
devolviendo la vida
al hontanar que la genera.
Imagen del Dios-Amor
dispuesto
en el colmo de su prodigalidad
a enajenarse del Hijo
de sus entrañas
para reengendrar
a los díscolos perdidos.
Abismo de generosidad
inconmensurable.
El Padre entregando al Hijo.
El Eterno haciéndose temporal
para habitar en el corazón humano.
Sublime decisión
la de vivir con nosotros
como uno de nosotros
para que así pudiéramos
vivir con Él y como Él.
Gran gracia
la de percibir
el aroma del cielo
en nuestra carne herida y
descubrir el latido
de nuestra sangre
en el corazón de Dios.
Nada queda intacto
en la vida
después de tu presencia
en ella
porque al hacerte
accesible al hombre
te dejaste invadir por él
de manera que
ya no tiene otro lugar
donde reclinar su cabeza
si no es en tu mismo corazón
o en la nada del infierno.
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