Del evangelio de san Mateo 10, 20-24

 

En aquel tiempo, se puso Jesús a recriminar a las ciudades donde habla hecho casi todos sus milagros, porque no se habían convertido: «¡ Ay de ti, Corozaín, ay de ti, Betsaida! Si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros que en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido, cubiertas de sayal y ceniza. Os digo que el día del juicio les será más llevadero a Tiro y a Sidón que a vosotras. Y tú, Cafarnaún, ¿piensas escalar el cielo? Bajarás al infierno. Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros que en ti, habría durado hasta hoy. Os digo que el día del juicio le será más llevadero a Sodoma que a ti.»

 

RESPUESTA A LA PALABRA

Suenan muy fuerte las palabras de Jesús: “Ay de ti…”,
cuando pensamos que en Él
no hay rastro de nada
que no sea una misericordia
que llega hasta el extremo de perdonar
a quienes le están dando muerte.
¿De dónde, pues, brotan estas palabras?

Si Dios nos ha elegido a todos y
nos ha llamado a la salvación,
si alguien se queda fuera de la misma,
no es porque Dios le excluya
sino porque el hombre lo rechaza.

No deja de ser un misterio que la elección divina
no sea suficiente para que el hombre
responda positivamente.

La libertad herida por el pecado,
puede conducirnos a situaciones trágicas
en las que nuestra elección
nos aparta de nuestro verdadero fin,
sobre todo si la confianza en el Señor
se ha perdido.

No podemos olvidar la respuesta que Jesús,
en un momento determinado,
da a sus discípulos:

Lo que no es posible para el hombre,
es posible para Dios”.

Por lo tanto, el problema no radica
en la debilidad y en el pecado,
sino en la falta de confianza.

El padre de la Colombier,
fiel devoto del Corazón de Jesús,
se expresa así en su oración:

“Los hombres me pueden quitar todas mis posesiones y mi honor;
las enfermedades me pueden quitar las fuerzas;
con el pecado puedo perder Tu gracia;
pero nunca perderé la confianza en Ti.
Hay quien busca la felicidad en la riqueza,
en la inteligencia o en la seguridad en la vida,
o en las buenas obras o en muchas oraciones.
Mi única confianza es el hecho de que tengo confianza,
una confianza que no ha engañado a nadie”.