Bajo el efecto de la palabra alada

 

 Hay tantas noticias que no queda sitio para las verdaderas noticias..

Necesitamos silencio, soledad, espacios abiertos… para ver, sacudirnos el agobio y percibir la verdad de lo que acontece

 Desde hace tres días el calor lo invade todo. Apoyado en le batiente de la ventana abierta, escucho los múltiples susurros de  la huerta En el jardín, los pensamientos ya están marchitos, antes de otros años. Cerca de la fuente quedan aún algunos tulipanes amarillos. Están rodeados por dos manchas blancas y malvas de florecillas silvestres que caen a lo largo del muro,

 Después de la lluvia durante el día, la frescura del aire llena el alma de reposo. Sobre la serrezuela la luz de la tarde, ligera, cambia de un momento a otro. En la carretera los coches van rápidos, es lo hora del regreso al hogar.

Junto a mí está Nela, mi perra labradora. Son sus ojos dos grandes perlas  inmóviles que escuchan más que sus oídos.

 Bajo el efecto de la palabra alada, nuestras miradas se colorean con el sol del atardecer. Y percibimos los perfumes silvestres, los geranios desmadrados aroman el espacio en un destello fugitivo.

 Una pesada lluvia ha caído durante toda la mañana. El jardín harto de agua deja estallar una sinfonía de colores. No me ha bastado ver la lluvia a través de los cristales. Cuando he terminado lo que estaba haciendo en mi cuarto he corrido al porche para escuchar el continuo caer del agua sobre el tejado.

 Es un don contemplar el centelleo de la luz bajo el vientre de los patos o simplemente descubrir una luciérnaga y su reflejo como lentejuela de fuego, que nos revela el enorme torrente invisible de la vida

  ¡Se necesita mucho tiempo para que la vida comience, para que la existencia se detenga y la belleza  nos reciba como amigos!  Qué de bueno tiene el exilio aceptado del corazón y del que sólo conseguiremos salir avanzando, no retrocediendo

 Al fin he comprendido que no es afuera, sino dentro de uno mismo, donde se yergue el muro del que soy prisionero. Al fin he comprendido que para ir de un punto a otro es posible pasar por cualquier parte salvo por el centro de nuestro yo

 Mi alma pasa furtivamente por este mundo desajustado.

Hay siempre un muro a mi derecha. Un muro que yo sigo y que me sigue, y que yo mismo extiendo tras de mí, al caminar.

 He aprendido que este exilio aceptado de todo corazón  sólo lo conseguiré superar avanzando, nunca  retrocediendo.

Se necesita mucho espacio, para que la vida comience a ser vida vivida en la holgura  del amor