Del libro de los jueces 13, 2-7. 24-25a

Eres estéril.
Pero concebirás y
darás a luz un hijo.
Palabras extrañas y
maravillosas
que superan
la racionalidad estrecha
de quienes viven
apresados
por conceptos
que no superan
la medida nacida
del juego
de “causas conocidas” y
de “efectos comprobados”.

Para Dios
la realidad nace del amor y
su medida es otra.
Parece que se complace
en invertir nuestra lógica y
en reventar nuestros planes.

Su proceder establece
procesos no imaginados y
que sin embargo
el corazón humano
desea ardientemente
aunque no se atreva
a confesarlo
para no ser acusado
de loco ingenuo.

Pero a Dios no le importa
porque quizás lo sea
ya que sin necesidad alguna
primero nos llamó a la vida
haciéndonos a su imagen y
así llegáramos
a ser semejantes a su Hijo.
Después
cuando dejamos
de mirarnos en Él
replegándonos
en nuestro corazón vacío
no nos abandonó
en nuestra elección errada
sino que reinventó la historia
dándonos a su Hijo
para que pudiéramos
de nuevo
contemplarnos en Él
como de verdad nos quiere.

Ya no es un ángel quien media
para decirnos
lo loco que está por nosotros.
Es Él
el eternamente engendrado
quien vuelca su ser
en el nuestro
reduciendo el abismo
existente entre ambos.

Maravilla y locura
pensar que pudiera
plantar otra vez
el “árbol de la vida”
en el pequeño tiesto
del corazón humano.
Locura maravillosa
que en tan pobre oquedad
se encerrase
el inmenso mar
de su vida.
Locura y realidad.
Primigenio amor.
Definitivo abrazo.