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Su vida
cada vez
más distraída
de sí misma
no alcanza
sino a verse
en el Tú
de su deseo.
Territorio
desconocido
el que rastrea.
Un resplandor
de sombra
arropa
su andadura.
Su alma
se abraza
a la espera.
No hay palabras
que aprender.
Inútil es
todo aprendizaje
de formas.
No puede
sino dejarse
hacer por el Amado
Contradanza de contrarios
Para salir se repliega.
Mientras baja sube.
Si la luz del sol
le enceguece de día
la candela encendida
despeja su noche.
La caricia del Ausente
le agranda la herida
le introduce
en el territorio del amor
y le devuelve
a un espacio aún inexplorado
donde aguarda el final
de toda resistencia.