Queridos amigos
Al comenzar el Tiempo de Cuaresma creo se nos puede ocurrir mil y una cosa con las que quedar bien con nosotros mismos y con los que nos escuchan. La producción de literatura y materiales para acompañar este tiempo es tan abundante y a la vez reiterativa, que seleccionar algo interesante resulta difícil.
Os digo lo que pienso hacer yo personalmente. Si os interesa, está a vuestro alcance y os puede salir gratis si tenéis Las Sagradas Escrituras:
Leed sin prisa los textos sagrados correspondientes a cada día. Tratad de entrar en ellos, primeramente para ver qué dicen. No tengáis prisa para ver quiénes aparecen en ellos, qué situación reflejan, cual es el resultado de los diálogos y de las acciones que nos presentan. Preguntadle al texto y veréis como os responde.
En un segundo momento, volved la mirada a vuestro corazón y preguntadle que le dice a él ese texto. O lo que es lo mismo, preguntaos a vosotros mismos, qué os sugiere, que sentimientos despiertan en vuestro interior. No tengáis prisa en terminar. Rumiad esa palabra y ese sentimiento que os provoca. Quizá os brote un palabra nueva. Algo que decir al Señor y que no teníais previsto decir. Dejad que os diga Él y no tengáis miedo en contestarle.
Una cosa más. En ese encuentro con el Señor a través de la Palabra Santa no tienen por qué quedar fuera la vida de los demás, los acontecimientos, las preocupaciones… Si quedaran fuera, deberíais pensar si no habéis equivocado el camino. El Señor no trata de secuestrar a nadie, sino de expresarle su deseo de vida profunda, vida que nos da en el preciso memento en que nos disponemos a recibirla.
Mirad lo que dice San Pablo en la segunda carta a los Corintios. Os dejo con él:
Hermanos. Nosotros actuamos como enviados de Cristo, y es como si Dios mismo os exhortara por nuestro medio. En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios. Al que no había pecado Dios lo hizo expiación por nuestro pecado, para que nosotros, unidos a él, recibamos la justificación de Dios. Secundando su obra, os exhortamos a no echar en saco roto la gracia de Dios, porque él dice: «En tiempo favorable te escuché, en día de salvación vine en tu ayuda»; pues mirad, ahora es tiempo favorable, ahora es día de salvación. (5,20,6,2)
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