Después de cincuenta años
Después de una entrega ilimitada
a los demás
los aconteceres
me han llevado a vivir
en un retiro forzado.
Separado del mundo
al que estaba acostumbrado
se ha avivado en mi corazón
la necesidad de contemplar
todo lo que la vida me ofrece
como gracia y no como necesidad.
Vivir con mi poesía y con mis libros
en la soledad de mi cuarto o
en medio de la naturaleza,
libre ya de vanidades
es todo mi hacer
¿por qué no pensar
que este es el gran regalo
que quiere otorgarme el Señor?
Hoy cuando la tarde declinaba
el Autillo ha venido a decirme:
-olvida cualquier tiempo pasado.
Acoge toda vida regalada
que otros nunca llegarán a percibir:
La brisa fresca que te envuelve
la luna que te besa,
el paisaje que enmarca tu caminar
hacia tu casa
y, sobre todo, la libertad para acoger
a aquellos mismos que te ignoran.
El vacío que sientes es lugar
para que los demás vivan
sin que tú tengas que perdonar nada.
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