Dice el cardenal Burke, con mucho acierto,
que actualmente:
«La fe, se reduce muy fácilmente,
a una idea o a una ideología, y
esto no inspira a nadie, sino que induce al error.
Creo que una de las mayores tragedias
del período posconciliar
es la pérdida de la vida devocional,
que debemos restaurar.
Percibo la gran sed y hambre que tiene la gente
por una relación personal con Cristo,
que encontramos directamente en los Sacramentos.
El encuentro personal con el Señor
en los Sacramentos,
especialmente en la Sagrada Eucaristía y
en el Sacramento de la Penitencia,
se sustenta la vida devocional.
Es preciso recuperar la relación personal
con Nuestro Señor Jesús,
con la ayuda de la Virgen, de los santos y los ángeles,
de nuestro ángel de la guarda y de los demás ángeles.
Una vida devocional sana nos conducirá
a una vida cristiana más profunda,
y una vida cristiana más profunda
nos llevará a la transformación de la sociedad,
que se ha vuelto hostil a la vida misma,
hostil al matrimonio,
incluso a la libre práctica de la religión».
No se puede decir más claro.
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