cazadores-4

 

 

El cazador
apostado
en el ribazo
espera
a que la alondra
descienda
de su mundo
de luz
y se pose
en el llano.
Dos mundos
dispares.
La calma
de la alondra
indiferente
al pensamiento
calculado
del depredador
manifiesta
la belleza
intocable
del ser libre.
La alondra
no sabe
de la desgracia
del hombre
que necesita matar
para sentirse vivo.
La respuesta
del avecilla
a las postas
del guerrero
es su canto.