En  la soledad de  los campos
los ecos se multiplican
hasta fundirse en un silencio
que nace en los adentros
del hombre solitario.

Luz que despierta
en cada cosa su color.

Sombras de noche
que devuelven a todo su misterio.

Noche y día
se amalgaman
en una espera
fraguada en el silencio
de cada instante.

En realidad
el solitario nada espera
sino que se abra en él
el ojo interior y
le deje conocer
a quien
en el umbral de su hondón
le aguarda en silencio
desde siempre.