Como muchas otras veces
de muchacho
me sumerjo en la paz de las lagunejas.
Atardece. Me acompañan los recuerdos
de cuando de muchacho venía a pasar la tarde,
sin que el guarda nos advirtiera nada.
Mi corazón se expande en la llanura
Atravesamos el humedal
por la pasarela de madera hacia la Isla del Pan
La masiega es mecida
por el viento del oeste,
los pajarillos
que antes la poblaban
han desaparecido.
Han cambiado de lugar
para prepararse a pasar la noche.
Los tarayes de la Isla
son un refugio seguro para ellos.
Cuando la luz del amanecer
les sorprenda
nos alegrarán la mañana
con sus cantos apacibles
que ahora guardan para ellos.
Una pequeña bandada
de patos azulones
regresa de la rastrojera cercana.
A mi mente regresan múltiples recuerdos
que embellecen mis días y
hacen que siga siendo el mismo de ayer.
Todo lo vivido en mi infancia
permanece vivo en mi interior y
colorea mi ahora regalado
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