Atardece. Junto a la ventana contemplo
como se desliza el tiempo
llevándose con él
lo que creíamos importante.
Las golondrinas, raudas en su vuelo
viran y se sumergen en el agua,
con sus afinadas alas
se adueñan de la proximidad del aire,
suspira el viento en los árboles
Me detengo en la pineda y
me siento lleno de paz y tranquilidad.
La vista y el oído se aguzan
conforme la tarde
se dispone a dormir el día.
Abro del todo la ventana
para que penetre la luz aromada
que el poniente me envía.
Cada día que pasa
me alejo más de las grandes concurrencias y
comprendo que en la quietud está el gozo
de una vida sin pretensiones.
Paz abundante y duradera es el anhelo
de todo corazón purificado.
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