Albaicín historia sonora
de casas blancas
de aljibes frescos
de cantes hondos.
No recuerdo
el nombre de la plazuela -¿mirador de san Nicolás?-
en la que sentado junto a un árbol
veo descender la tarde sobre la Alhambra.
Luz bermeja le nace al sueño nazarí.
Las piedras gastadas de sus murallas perduran al sueño.
Luz bermeja le nace al sueño nazarí.
Las piedras gastadas de sus murallas perduran al sueño.
Desde el Darro.
Brisa húmeda sube silenciosa acompañada
de un lamento de un desgarro de un sentir
el fuego de un amor dominado por una pasión de muerte.
Piano y guitarra se funden
en la luz de música de la “Antequeruela Alta”
donde permanece vivo el sueño de Falla
por hacer melodía el espíritu gitano.
Brazos de muchachas en el balcón del mirador
se elevan como llamas haciendo de sus cuerpos
sombras de música, ramalazos de cante jondo.
Ebrio de belleza como el violinista de mi amigo
siento en mis adentros
la musicalidad de la tarde
el orden eterno de la danza
el embrujo de un amor inmerecido.
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