53. En los ancestros de nuestra naturaleza

llevamos inscrito nuestro modo de ser.
Una memoria imborrable
surca nuestra existencia.

En el patio de mi antigua casa
Colgaban, por debajo del alero
del tejado,
varios nidos de golondrinas
en los que repetidamente
anidaban año tras años.

La curiosidad de la infancia
me llevó un día a subirme
a una escalera
par verlo desde dentro,
poco más tarde
ha vuelto la golondrina
a su nido silencioso y
de las plumas se sacude
algunos granos de sol.

En la palma de la mano

he sentido lo caliente
que estaba su nido.