Unos días de sol y el cielo azul
ha reventado  los almendros,
vistiendo de blanco las mañanas rosas,
devolviendo a la vida la esperanza.

Otra vez la luz huele a primavera
y desdice mi otoño sosegado,
mis pulsos riman con el ritmo
de la vida que nos nace
y ,sin quererlo,
se me abre el corazón
y por él me escapo
detrás de los jilgueros,
que ya no sé si cantan fuera, en el huerto,
o dentro de mí, junto al hontanar
que riega mi existencia.

Cada primavera es única,
el día de hoy es incomparable a otros días
de otros tiempos,
este instante contiene toda la vida,
toda mi vida,
en él no hay antes y después
porque todo lo abraza.

La luz se funde con el tiempo.
Los colores,
las texturas,
el olor
que se levanta de la tierra
y se mezcla con el dulce que ciernen
los almendros,
atraviesan mi piel
y como lebreles recorren mis sentidos
colmándolos de ser,
inoculando vida a mi existencia,
dibujando la imagen que siempre estuvo
a la espera de ser rescatada
del deseo.

 

Hoy es primavera en mi sangre.