El verano es más que una estación.
Es el tiempo en el que todo
se abre y se expande
dejando un resto de complicidad
entre aquellos que lo viven.

Tiempo para el ocio compartido,
ya sea en la playa o en la ciudad,
en el campo o en el pueblo y
en el que todo, de alguna forma, se torna público

En el verano los olores se escapan
de los recintos cerrados y
empapan los ambientes callejeros,
de manera que todo huele a verano.

Es el tiempo en el que
la gratuidad gana al hacer y
la convivencia amigable
marca el ritmo de la vida personal
de cada uno.

Tiempo despreocupado
en el que una cerveza
es una mesa llena e vasos
en torno a la cual
la charla se multiplica
entre los convivientes,
que no tienen prisas por terminar,
ocupados en compartir una conversación
en la que no todos están de acuerdo.
Es un tiempo para recordar sin nostalgia,
para evocar y hacer planes.
Momento de libertad para ser uno mismo.